1. Cuando ya llegó la hora dispusiste Tú una mesa, / tus amigos y enemigos confundidos te miraban. / Luego, pan y vino en mano, pronunciaste las palabras: / hambre y sed no sentiría todo aquel que en Ti confiara.
Pan y vino, Señor, es tu amor, / gesto noble, sincera amistad, / extendiste tus brazos un jueves, / abrazando en ellos a la humanidad. / Pan y vino, hambre y sudor, / claro anuncio de vida y verdad. / La fatiga, la lucha y las penas, contigo, Señor, / contigo, Señor las he de pasar.
2. “Coman todos de mi cuerpo, beban todos de mi sangre, / tengan todos vida eterna”, nos dijiste aquella tarde. / Este vino y este pan, nuestra fe, nuestra esperanza / te ofrecemos para así sellar una nueva alianza.
Pan y vino, Señor, es tu amor, / gesto noble, sincera amistad, / extendiste tus brazos un jueves, / abrazando en ellos a la humanidad. / Pan y vino, hambre y sudor, / claro anuncio de vida y verdad. / La fatiga, la lucha y las penas, contigo, Señor, / contigo, Señor las he de pasar.
2. “Coman todos de mi cuerpo, beban todos de mi sangre, / tengan todos vida eterna”, nos dijiste aquella tarde. / Este vino y este pan, nuestra fe, nuestra esperanza / te ofrecemos para así sellar una nueva alianza.