José Kentenich – Bernardita Batlle Lathrop
Tu muerte no fue más que un éxtasis / por tanto anhelo, y tu cuerpo no sufrió. / Ahora reinas transfigurada / en la Ciudad Santa de Sión / cuyas puertas Dios abrió para ti, / cuyas puertas Dios abrió para ti.
Enséñame a vivir cada día de tal manera / que el morir me sea fácil, / como corresponde a un heredero del Cielo, / enséñame a enjuiciarme cada noche / para que después de la muerte contemple tu rostro, / para que después de la muerte contemple tu rostro / y el de Dios (bis).
Amén.