Marcelo Cid
1. Se termina el día, se termina la labor, / ¡cuán dura es la vida si me faltas Tú! / Si no llegas a mi orilla de nada sirve mi fatiga, / mi trabajo y mi entrega al mundo. / No importa todo lo que diga, yo sacaré mi red vacía / si no hago caso a esa Voz que dice:
Mar adentro, rema mar adentro, / mar adentro, que no te importe el viento, / ni las dudas, ni el cansancio / porque vas conmigo siempre rumbo a / mar adentro, a servir estoy dispuesto, / mar adentro, a seguir siempre al Maestro, / que mi red está rompiéndose / de la gracia que Jesús me brinda hoy.
2. Nace un nuevo día y comienza la labor, / una luz nos guía: es tu amor, Jesús. / Todo mi dolor es nada si con tu amor él se compara, / con tu dolor por todas nuestras faltas. / Cristo le da vida a mis manos para ayudar a mis hermanos / y que todos juntos naveguemos siempre
Mar adentro, rema mar adentro, / mar adentro, que no te importe el viento, / ni las dudas, ni el cansancio / porque vas conmigo siempre rumbo a / mar adentro, a servir estoy dispuesto, / mar adentro, a seguir siempre al Maestro, / que mi red está rompiéndose / de la gracia que Jesús me brinda.
(Mar adentro) Quiero cantar tu gloria y seguirte siempre, / (mar adentro) quiero llevar tu Reino a todas las gentes. / (Mar adentro) Tú llevas nuestra barca hacia puerto firme, / (mar adentro) sólo quiero seguirte.
Mar adentro, rema mar adentro, / mar adentro, que no te importe el viento, / ni las dudas, ni el cansancio / porque vas conmigo siempre rumbo a / mar adentro, a servir estoy dispuesto, / mar adentro, a seguir siempre al Maestro, / que mi red está rompiéndose / de la gracia que Jesús me brinda
Mar adentro.