Pablo Coloma
1. Alberto, hoy resuena tu nombre, / se escucha tu palabra encendida, / tu rostro hoy recorre las calles, / tu huella marca un nuevo camino. / Profeta que anunciaste el Reino, / supiste denunciar el dolor, / reíste con un canto a la vida, / mostraste un camino mejor.
Alberto, contemplé tu figura / incendiando las calles de una oscura ciudad, / y vi que mil rostros reían / y otros más comprendían que era el paso de Dios. / Alberto, has tocado nuestra alma / y ya siento que enciende ese fuego de Dios. / Tu vida fue un regalo Divino, / una historia que hizo de este Chile un hogar.
2. Maestro que enseñaste a vivir / la vida, como lo hizo Jesús, / mirando en los hombres que sufren / su cuerpo castigado en la cruz. / Apóstol, compañero de pobres, / viviste en tu carne el dolor / de tantos, que vivían despreciados, / tus manos fueron pan y un hogar.
Alberto, contemplé tu figura / incendiando las calles de una oscura ciudad, / y vi que mil rostros reían / y otros más comprendían que era el paso de Dios. / Alberto, has tocado nuestra alma / y ya siento que enciende ese fuego de Dios. / Tu vida derramada en las calles / se alza inmensa hasta el cielo en las manos de todos.